Érase una vez una chica que tenía un piercing y tres lunares en el corazón, y soñaba que tenía alas blancas. Volaba a ras del cielo y planeaba. Sobre las nubes, el aire era más blanco que sus alas. Cuando estaba a punto de tocar el espacio exterior, empezaba a caer, en silencio y en picado, y veía los pájaros volando y sus alas ya no funcionaban. Y cuando estaba a punto de tocar el suelo, despertaba. Ya no tenía alas pero tampoco las recordaba. Quedaban almacenadas en algún lado de su inconsciente, dormidas ellas esta vez.
Un día se despertó y ya no estaba tumbada sobre una colcha azul marino, sino sobre un colchón de plumas rojas, y le dolían el piercing y los tres lunares. Cada día había más plumas y el dolor aumentaba, hasta que no pudo salir de su cama. De repente se miró al espejo y vio que de dos de los lunares salía un ala roja, y del último solo sangre. Cuando se dio cuenta,el piercing empezó a brillar, y sintió la necesidad de tirar de la argolla. Lo hizo y echó a volar, y esta vez sí pudo escapar.
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